Esta es la conducta que reflejan las decisiones, respetables
y no objetadas, del Pueblo Argentino en las elecciones - especialmente las de
Presidente - a través de la historia y particularmente desde la recuperación de
la Democracia.
Omar Lillardo Alonso *
Periódica y cíclicamente se produce una especie de ‘ola de
descontento’ con quienes ocupan
cargos públicos donde, además de haberlos elegido mayoritariamente y que, hasta
poco tiempo antes, eran casi idolatrados y sus decisiones tomadas con
naturalidad aun cuando representaran una carga difícil de llevar y con notoria
influencia negativa en la cotidianeidad.
Esa ‘ola de descontento’
se traduce en un cambio abrupto a la hora de decidir a quién y quienes
confiar la gestión de la cosa pública, mutando de aquel apoyo masivo a otro en
el sentido opuesto. Esto no siempre se traduce ni significa una mejora
sustentable en el tiempo, aunque quizás sí en el corto plazo, habida cuenta que
quien/quienes resulta/n ungido/s cree/n ser los ‘elegidos’ para llevar adelante un ‘plan fundacional’, generalmente
inconsulto y totalmente contrario a las promesas electorales, que termina en un
estrepitoso fracaso.
Esto ha venido ocurriendo desde el siglo pasado, con el
agravante de la prepotente y oscura presencia de los militares de esa época
que, indudablemente, impidió la construcción de un País serio, respetable y
estimado por sus virtudes y valores. Hoy estamos muy lejos de aquellas virtudes
y los Valores se atesoran individual o familiarmente, dicho esto con las
notables excepciones de desempeño colectivo en distintas áreas como deportes,
ciencia, medicina, ingeniería, cultura y producción agropecuaria, entre otros.
Como ejemplos de esto último basta señalar que, en 1982 y en
cuestión de pocas horas, la gente pasó de recibir la represión del entonces
presidente militar a ovacionarlo por haber tomado las Islas Malvinas. La
selección de fútbol llegó a dos finales en 2014 y 2015: mientras avanzaban en
dichos certámenes eran ídolos… al perder las finales eran casi los peores. Los
Pumas están compitiendo y forman parte de los cuatro mejores equipos del mundo…
¿dejarán de serlo si el resultado es adverso?
Así Somos
Esa ‘ola de
descontento’ tiene una explicación desde el estudio de casos:
Es el imperio de la llamada ley del péndulo. Cansados
o desilusionados de un líder o de un partido en el poder, los pueblos buscan en
las fuerzas de oposición la opción alternativa. Así se produce el movimiento
pendular.
La “ley del péndulo” o el “efecto péndulo” es una
forma gráfica de referirse al movimiento dialéctico que suele producirse en la
vida política. Con frecuencia en ella se expresa la ley mecánica que determina
que a una acción corresponde una reacción contraria de fuerza equivalente. Esto
produce una oscilación de las cosas políticas de un lado al otro, que con
frecuencia se expresa en el ámbito electoral. Gana una elección un partido y la
próxima la gana su contrario. Alternan oposición y gobierno. Esto se ve
claramente en los países en los que no hay una fuerza política hegemónica y en
que funcionan sistemas bipartidistas.
Rodrigo BorjaRodrigo Borja Cevallos (1935) es
licenciado en ciencias políticas y sociales y doctor en jurisprudencia por la
Universidad Central del Ecuador, donde también fue profesor de la Facultad de
Derecho.
Autor de varios libros y ensayos, entre ellos:
"Tratado de Derecho Político y Constitucional", "Socialismo
Democrático", "La ética del poder", "El asilo diplomático
en América", "La democracia en América Latina", "Derechos
humanos: una nueva perspectiva", "Democracia y populismo",
"Recovecos de la Historia" y "Sociedad, Cultura y Derecho".
Agrega a su desempeño como profesor universitario y
tratadista de ciencia política su condición de ex gobernante, de modo que en su
persona se reúnen, en un equilibrio poco usual, la teoría y la praxis
políticas.
Militante de centro izquierda desde su juventud
universitaria, en 1970 fundó Izquierda Democrática (ID). Fue elegido diputado
en 1962, 1970 y 1979. Fue Presidente de Ecuador entre 1988 y 1992.
Sin duda forma parte del aprendizaje que parece nunca llegar
a su punto de concreción en la práctica, en los hechos cotidianos. Para que
ello ocurra es necesario incorporar a nuestra cultura el Trabajo en Equipo;
aprehender que podemos y debemos darnos el tiempo y el espacio para una crítica
constructiva, donde pongamos en evaluación los actos, hechos u obras de las
Personas y no a la Persona en sí, a menos que sus antecedentes y actitudes
contrarias al bien común así lo ameriten; poner en foco los temas importantes,
definirlos en políticas públicas y ejecutarlos al margen de los nombres y de
los contextos, aunque haya que adaptarlos a estos para alcanzar los objetivos
acordados.
¿Somos conscientes que estamos todos en el mismo barco y
no hay ni siquiera un salvavidas?
Esto requiere conocer y saber que no podemos hundirnos en el
éxtasis ni en la desolación pues, de esa manera, vamos a repetir una y otra vez
los mismos errores sin solución de continuidad y con el riesgo enorme de esfumarnos.
Una vez más: depende de nosotros, de todos y cada uno de
nosotros sin excepciones.
(*) Comunicador
Social, Escritor
Autor del libro digital de poemas VIVENCIAS
Director Asociado de Grupo Co.S.M.O., Consultoría y
Capacitación Empresarial http://grupocosmo.wordpress.com/
Co Editor del Portal Empresarial Estrategia & Negocios www.estrategiaynegocios.com.ar
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