La violencia está instalada en todas las sociedades del
mundo. Sería muy torpe y negativo pensar que otro u otros son los responsables
y mucho más grave si ese pensamiento pasa a una comunicación oficial de algún
funcional, referente o líder político, empresarial, gremial o social. Positivo
en todos los sentidos sería pensar, actuar y comunicar sin violencia.
Omar Lillardo Alonso *
Se habla y pondera
mucho a Mahatma Gandhi, aunque muy pocos se ocupan de consultar sobre su obra,
elaborada a través de sus acciones, donde la violencia – ubicándose en el
contexto en el cual vivió – era de uso corriente y él favoreció la política de
indiferencia y no violencia contra los británicos, opresores de su Pueblo.
Anécdota de Gandhi
Cuando estudiaba
Derecho en la universidad en Londres University College de Londres un profesor
de apellido Peters le tenía animadversión, pero el alumno Gandhi nunca le bajó
la cabeza y eran muy comunes sus encuentros.
El profesor Peters,
histérico ya, escribe en la hoja del examen: ¡Idiota! Y se la devuelve al joven
Gandhi. Gandhi toma la hoja y se sienta. Al cabo de unos minutos se dirige al
profesor y le dice:
-"Señor Peters,
usted me ha devuelto mi hoja de examen, pero no me ha puesto la nota, sólo la
ha firmado".
Citar a Gandhi tiene
como objetivo focalizar nuestra actitud y forma de pensar en relación con la
cotidianeidad. A saber, no tenemos paciencia para esperar en la cola de un
semáforo, de un banco o de algún otro servicio: el Tiempo parecería que absorbe nuestra energía si nos detenemos
un momento y no nos ubicamos en que formamos parte de un Todo y no somos el
centro.
En lugar de hacer sonar la bocina, protestar o pretender un
lugar que no nos corresponde (por orden de llegada o por el turno que nos
tocó), lo cual habla muy mal de nosotros y complica a nuestros hijos, sobrinos
o nietos que reciben información diferente a nuestras actitudes, deberíamos
asumir nuestro lugar en la sociedad y, como adultos, dar el ejemplo. Porque estamos Comunicando
Violencia con nuestras actitudes y, en muchos casos, con palabras estentóreas y
exasperadas.
El “modelo” actual es “el hoy”, sin importar
como ni a quienes perjudicamos. El Dinero es el elemento más importante en
nuestras Vidas, aunque no nos demos cuenta - o no queramos hacerlo - que, si
bien es necesario para cubrir nuestras necesidades, no nos sirve en situaciones
límites, donde son las Personas que pueden estar cerca nuestro - ocasionalmente
sin duda - las que van a ayudarnos a superar ese momento, luego dependerá de
nosotros y de los seres cercanos en el amor y el afecto.
Esto lo menciono porque es algo que sabemos todos. Quien
suscribe lo vivió junto a su familia y puede dar fe que esto es así; muchas de
las Personas que nos asistieron en esos primeros momentos eran realmente pobres
económicamente… pero tienen una riqueza espiritual que supera las frágiles
barreras materiales. El haber estado muy cerca de perder la Vida me permite
recordar, sin la más mínima intención de infringir un golpe bajo, que “el cajón
no tiene bolsillos”.
Por eso me cuesta entender a quienes, teniendo ya mucho
“capital” acumulado, siguen destruyendo todo lo que se interponga a su angurria
(Deseo vehemente o insaciable - Avidez, codicia, según el Diccionario de la Real
Academia Española), aunque haya sufrido la pérdida física de algún familiar y/o
algún amigo o amiga ¿Para qué? o ¿Para quién?, teniendo en cuenta que aquello
que es mal habido puede ser requerido, incluso, a sus descendientes o
sucesores.
Todos estos mensajes son violentos y no debe extrañarnos
que, en muchas ocasiones, son usados para alterar las buenas conductas.
Conductas que deberemos revisar para comenzar a transitar,
nuevamente, la senda de la concordia que no debimos abandonar. Dicho esto
considerando los matices que cada Pueblo le dará de acuerdo con sus pautas
culturales y sociales.
Una de esas conductas debe ser dejar de lado aceptar la
palmada de quienes, sabemos, nos están prometiendo aquello que no van a poder
cumplir, a cambio de algún voto o de alguna acción que los favorezca.
Comunicarnos con respeto, con paciencia, con mesura y
esencialmente considerándonos iguales a los demás, sea verbal o a través de
nuestros gestos y acciones, sin duda es el camino para no caer en el inútil
estereotipo del ¡Idiota! de la
anécdota de Gandhi.
Una vez me reitero: depende de nosotros, de todos y cada uno
de nosotros.
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