Los argentinos, en general, dicen que no encuentran un
elemento aglutinador que los haga sentirse como parte. Por lo tanto, “viven“
como si lo que ocurre a su alrededor fuera una película de otro lugar, sin comprometerse
ni asumir responsabilidades como Personas y Ciudadanos, pero sí opinando de
acuerdo al título que supimos conseguir: Directores Técnicos de Oficio ¿No será
hora de repensar que somos, recordar de dónde venimos - sin imputar al pasado
de todos nuestros males - y plantarnos en este presente como seres dignos para
diseñar un futuro acorde con nuestras verdaderas capacidades, que son muchas?
Como siempre, les propongo un ejercicio de ubicación e
información, para evitar caer en el mismo vicio cultural que criticamos. Esto es
re-conocer que es la dignidad y también que sólo somos un pequeñísimo granito
de arena en un planeta y un universo que nos han visto crecer en base al
esfuerzo común y no regidos por el delirio de poder de alguna Persona (o de
varias), algo que ya conocemos y que tanto dolor y vidas nos ha costado.
Para ello cito, en tres párrafos, una definición y dos opiniones:
Definición
La dignidad, o «cualidad de digno», deriva del adjetivo
latino dignus y se traduce por «valioso». Hace referencia al valor inherente al
ser humano en cuanto ser racional, dotado de libertad y poder creador, pues las
personas pueden modelar y mejorar sus vidas mediante la toma de decisiones y el
ejercicio de su libertad.
Opiniones
“… las consecuencias de confundir la patria con el gobierno
y de anteponer los intereses de la patria a los intereses personales podrían
ser terribles y no solo limitadas a la perversión del lenguaje. Se habla mucho
de la soberanía de la patria, pero muy poco de la soberanía individual que es
la que importa y está profundamente en conflicto con la Patria soberanísima del
siglo XXI”.
Lo interesante es que, sin advertirlo, el autor mexicano*
estaba haciendo eco de una idea que el filósofo político argentino Juan Bautista
Alberdi expresó en su texto clásico "La omnipotencia del Estado es la
negación de la libertad individual" en 1880. Alberdi dice ahí
que los latinoamericanos, a diferencia de las naciones de Europa Occidental y
EE.UU, habíamos heredado la concepción griega y romana de la Patria: "era
una institución de origen y carácter religioso y santo . . . El hombre
individual se debía todo entero a la Patria; le debía su alma, su persona, su
voluntad, su fortuna, su vida, su familia, su honor". Y es por eso que,
dice Alberdi, "los antiguos no conocían, pues, ni la libertad de la vida
privada, ni la libertad de educación, ni la libertad religiosa".
Gabriel Calderón sobre conceptos de el historiador mexicano *Enrique
Krauze - El poder y el delirio (Tusquets, 2008) – Publicado en El Diario
exterior, martes, 3 de marzo de 2009, Publicado por El poder y el delirio http://elpoderyeldelirio.blogspot.com.ar/
El momento histórico que estamos viviendo nos retrotrae a la
década del ’70 del siglo pasado. Claro está que los más jóvenes no la vivieron
y entonces toman esta referencia como una reminiscencia de los “viejos” y un “volver
atrás”, porque les han hecho creer que todo comenzó ayer o, lo que es peor, que
todo lo pasado es sólo eso y no merece nuestro reconocimiento como pilar de
nuestro presente pensando en nuestro futuro.
De esta manera es como volvemos atrás y estamos repitiendo
los mismos y viejos errores, donde unos pocos “iluminados” y poseedores de “la
verdad absoluta” nos decían que lo que ellos pensaban era lo único que podía
salvarnos y así nos fue: aún hoy hay heridas abiertas y no se cierran por juicios
de lesa humanidad (que también deben incluir a quienes, como subversivos, tiñeron
de sangre la vida de todos los argentinos y en especial la de muchos jóvenes,
en plena democracia).
Me permito este ejercicio de memoria porque los argentinos,
en general, somos demasiado desmemoriados, tal como señala León Gieco en su
canción Los Salieris de Charly:
Es mi país, es un país
esponja
se chupa todo lo que
pasó.
Menos mal que estamos
acá
nosotros no vamos a
transar.
Siendo esta opinión, la que comparto con ustedes, solo eso:
una opinión más, para aportar y sujeta al colectivo comunitario, propongo,
sugiero, mociono: cambiemos nuestra actitud con respecto a nuestras Vidas, que
no sigamos atados al viejo y malintencionado latiguillo de que “el Pueblo
participa con su voto“. Es falso y solo busca y ha logrado detenernos, haciéndonos
creer que nuestra opinión no es válida y que sólo podemos opinar a través de “nuestros
representantes”, quienes dejan de serlo desde el mismo momento en que,
precisamente, los votamos. Por lo tanto, asumamos que somos Ciudadanos, con Derechos
y Obligaciones para todos por igual, lo cual no sólo nos permita sino que nos “obliga”
a participar de nuestra Vida en Común, tal como lo hicimos hace miles de años
en busca protegernos de los peligros de entonces y ahora nos “devoramos” unos a
otros sin sentido.
A partir de esta decisión, podremos superar esta coyuntura
absolutista. Debemos cambiar también una parte de cómo somos y que no nos gusta
pero que es real: hasta ahora, nuestro órgano más sensible es el bolsillo. Sería
muy bueno “recordar” los valores que hicieron grande a la Argentina y que están
aún acendrados en cada una de las Personas que conformamos este Pueblo: La
Familia, El Respeto, La Solidaridad, por citar algunos o, quizás, los más
importantes.
No es un camino sencillo, todo lo contrario. Me permito
citar a una de las Personas que realmente luchó y dio su vida: Mariano Moreno,
quien dijo:
“El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien;
él debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Seremos respetables a las
naciones extranjeras, no por riquezas, que excitarán su codicia; no por el
número de tropas, que en muchos años no podrán igualar las de Europa; lo
seremos solamente cuando renazcan en nosotros las virtudes de un pueblo sobrio
y laborioso.”
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