Escuchar con atención que dice el otro, que dicen los demás, no solo es recomendable para concretar una buena comunicación sino también para darnos cuenta en qué época vive cada persona. Esto no es objetable, especialmente en nuestros mayores, pero sí determinante y causa preocupación cuando se trata de personas que definen cómo debe ser nuestra vida, individual y socialmente, exponiendo tozudamente ideas y conceptos perímidos y que, por lo tanto, no se condicen con la realidad.
La realidad más fundamental es que los seres humanos no son simples cosas a los que se debe motivar y controlar, sino que son personas completas que tienen cuatro dimensiones: Cuerpo, mente, corazón y espíritu.
La conciencia del futuro mientras se disfruta del presente, la preservación de una vida humana satisfactoria desarrollada en armonía con el contexto social y natural. En definitiva una sociedad madura partiendo de la armonía individual.
Ser más humanos implica tener libertad de elección. Pero también ejercerla de manera responsable, moral y ética. Y para eso tenemos que ser más sabios.
Párrafos de autoría de mi socio, Gustavo Sarnari, tomados de un trabajo práctico de filosofía en su carrera de Licenciatura en Administración.
En ellos define cómo deberíamos actuar para obtener una respuesta adecuada a nuestros requerimientos actuales pensando en el mañana.
La pregunta es: ¿estamos todos, individual y colectivamente, conscientes de esta necesidad que, de una u otra manera, requerimos imperiosamente?
La respuesta es no. Todavía no asumimos que esa necesidad es real y exclusivamente nuestra y tampoco queremos comprender y aceptar que solo nosotros somos los responsables de ejecutar las acciones que permitan el desarrollo común y particular.
De allí entonces que la comunicación entre nosotros sea tal que, permanentemente, por el motivo que fuera, está distorsionada por los ruidos y hasta por la ausencia de una decodificación común.
La impresión es que no hemos superado la adolescencia, como sociedad digo, siendo esa es una etapa donde la rebeldía está a flor de piel… ¿me parece a mí o esto que dije es un fiel reflejo de la realidad actual?
Creo que sí, que estamos atravesando esa etapa como País, como Nación, y eso requiere comprensión con nosotros mismos pero también una dosis de racionalidad que nos permita superarla.
Voy a insistir tantas veces como sea necesario con un concepto que, de manera natural, he incorpardo desde muy joven: “todos tenemos algo que al otro o a los demás no les gusta o les molesta”.
Si nos quedamos sólo viendo nuestros defectos no vamos a avanzar. No se trata de olvidarlos, pero sí de minimizarlos y ponderar los aspectos positivos que todos tenemos. Llegado el caso, si es necesario hacer un planteo, por el motivo que fuera, debemos concretarlo como si se tratara de una autocrítica, acción muy difícil sin dudas pero extraordinariamente importante cuyos resultados son mucho más satisfactorios.
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