Todos somos cronistas: ¿moda o
conveniencia?
El uso del relato, al margen de que los datos sean
comprobables y reales o no, parece haberse transformado en una “moda”. Es usado
por la Presidenta, los Gobernadores, los Legisladores, los Concejales, Jueces o
Fiscales y también, en no pocas oportunidades, por los Empresarios y los
Gremialistas.
En cualquiera de los niveles mencionados la excepción es que
alguien elabore un discurso coherente, claro y sin tantos términos técnicos más
allá de los que realmente son indispensables para sustentar la credibilidad de
lo que se está diciendo.
La generalidad pasa
hoy por escuchar el relato de lo que ocurrió de manera tal que nos ubica, a
quienes estamos escuchando, viendo, navegando o leyendo en papel, como torpes e
incultos iletrados o mal formados en lectoescritura por lo que “creen
necesario” ilustrarnos.
Esto remite a la década de 1970, momento en que aparecieron
los “iluminados”, personas o seres que se arrogaban la suma del conocimiento y
que el mismo no podía ser rebatido de ninguna manera.
Es verdad que la formación académica, al margen del nivel de
educación que cada uno de nosotros haya podido alcanzar, no es de las mejores
en esta última década. Pero no es menos cierto que, al menos en parte, esto se
suple con el acceso mayoritario a los nuevos medios de comunicación.
Es aquí donde surge la inquietud y la preocupación por esa
mediocridad manifiesta en la generalidad mencionada, porque no hay ninguna duda
que la diversidad de medios de comunicación nos permite optar por el mejor
relato de lo que ocurre, sin ninguna necesidad de que las autoridades y los
“funcionales” nos vuelvan a hablar de lo mismo y mal. Ellos tienen la obligación de resolver las distintas
situaciones que se presenten.
De la manera en que actúan solo logran que la política sea
mal vista y el Pueblo se aleje tanto o más de lo que ellos lo están de la
realidad.
Vale recordar que la política responsable, seria y al
servicio de la gente es la que permite, en una verdadera Democracia basada en
el diálogo y el respeto por el otro y por los demás, concretar los cambios
necesarios pasra el bienestar general en todos los órdenes.
Dice la Lic. Natalia Martini*:
“De nada sirve un discurso demagógico que utiliza los
deseos, sentimientos y emociones propias y del público en general, como base
para construir una “perorata” cuyos ejes centrales están alejados de las
verdaderas propuestas políticas y de la realidad circundante”.
“Desde el discurso, eludir problemas que la sociedad
manifiesta y sustituirlos por promesas, luego incumplidas o electoralistas y de
carácter simplista y adulador, da lugar a la fragmentación de sentido no solo
de la propuesta detrás del funcionario o candidato sino de la imagen que el funcionario
o candidato proyectará en el futuro, y cuando el tiempo haya pasado, cuando se
hayan escapado los argumentos y no se pueda satisfacer la expectativa del
electorado por falta de un programa que los contemple y los contenga, pero
sobre todo por el fatal contraste de la promesa con la realidad ¿qué haremos
entonces desde la comunicación para salvar al funcionario o candidato?,
permítanme decir.. Absolutamente nada salvará la Caída Libre del funcionario o
candidato ante la mirada de la opinión pública”.
“Es sencillo encontrar en las ideas y propuestas del
político lo esencial para proyectar una imagen coherente entre lo que se dice,
lo que se muestra y lo que se hace”.
Cuando una profesional, como se aprecia en los párrafos anteriores,
se expresa con tanta claridad hay que sumar esa opinión con nombre y apellido
porque tomarlo como propio restaría y mucho, alejándonos de nuestra pretensión
de comportarnos como profesionales.
Y no solo como profesionales sino fundamentalmente como
Personas, estamos hartos de que se pretenda tomarnos como estúpidos e imberbes
cuando, en realidad y sin ningún ánimo de ofender porque estoy citando un
momento de nuestra historia, son precisamente esas personas quienes desde hace
mucho tiempo han asumido ese rol, obstinadamente y sin miramientos, cuando la
realidad ha cambiado sustancialmente y estas actitudes nos retrotraen a épocas
que no queremos ni debemos reiterar para avanzar hacia el País que siempre
soñamos y que, hoy más que nunca, está muy cerca de nosotros. Para alcanzarlo
es imprescindible e impostergable actuar con honestidad intelectual e
ideológica a la vez que requiere de
gestos, hechos y palabras que conformen un relato que sea expresado sinceramente
en la práctica cotidiana y que nos contenga a todos, sin excepciones y sin
bajezas ni apetencias personales.
* Natalia Martini es Licenciada en Relaciones Públicas e
Institucionales y editora del Portal argentino de Relaciones Públicas RRPPnet (www.rrppnet.com.ar). Dirige actualmente su
propia consultora de comunicación NM Comunicaciones.
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