La Dirigencia
argentina, en todos sus niveles, sigue demostrando una absoluta Incapacidad
para consensuar Políticas Públicas que, hoy más que nunca, evidencian su
ausencia y la Mediocridad de los Dirigentes. A ello se agrega la explicita
sucesión de los hechos ‘como nunca antes’, sin el más mínimo atisbo de Propuestas superadoras que modifiquen una realidad que nos afecta a todos. Esos
hechos muestran una despiadada ambición por un ‘carguito’, con personajes que,
supuestamente, son los que más se destacan en la Administración Pública, lo
cual deriva en su propia y automática Devaluación a partir de impensados
‘saltos’ de un sector a otro. Esto nos ubica, sin ningún tipo de dudas, en lo
que denomino la Era del Camaleón… que nada tiene que ver con ese pequeño
animalito, salvo su capacidad autodefensiva de modificar sus colores según la
ocasión.
La más
triste, por la descripción anterior de sucesos recientes, es que nadie muestra
y demuestra un mínimo interés por el Pueblo.
Para llegar
a esta situación hemos sido espectadores de maniobras comunicacionales, fake news,
‘carpetazos’ y todo tipo de operaciones que develan claramente que el ámbito dirigencial
está inmerso en una enorme cloaca que, desde hace tiempo, declama y reclama una
real y concreta Reforma. Hasta ahora y al margen de la decepción
generalizada, nos quieren hacer pensar y que les creamos, que están haciendo lo
correcto.
De la
experiencia de quién suscribe no cabe ninguna duda que nunca hubo semejante
expresión de Incompetencia.
Tanto o más doloroso es saber que, por primera vez en la historia de nuestro País, han
permitido la instalación de oficinas del FMI dentro del Ministerio de Economía
y del Banco Central.
Es decir, no son ‘nuestros representantes’, elegidos democráticamente, quienes
tiene la potestad de la conducción… ¡Nos han Entregado! a quienes siempre pretendieron
y por momentos, como ahora, lo lograron y es ‘histórico’ y destroza totalmente las
Normas Internacionales por la injerencia de un estado en otro.
Nadie dice nada, salvo expresiones mediáticas
que, claramente, se asemejan al parloteo incoherente con alto sesgo adolescente
que solo se contradice en el intento de aclarar lo que ya está plasmado en la
realidad con una brutal insensibilidad.
Esta
descripción es percibida por las Personas que intentamos estar informados,
siempre en una fatal minoría. Sin embargo, la impotencia da paso a un proceso de
análisis en el intento permanente de no vivir desesperanzados y en la búsqueda
de aquellas acciones que nos permitan no perder nuestro voto.
Este es el
momento, debemos aprovecharlo y dejar de lado a los camaleones que saturan
nuestra cotidianeidad para empezar, al menos, a provocar las modificaciones que
los ‘coloreados’ funcionales no quieren, porque pierden privilegios que, de
otra manera, no tendrían. Su mediocridad y su incapacidad es tan manifiesta que
no tienen argumentos para auto-solventarse.
La palabra
camaleón automáticamente es asociada al cambio de color en el pelaje. Sin
embargo, estos reptiles no lo hacen por gusto, sino por necesidad. Su condición
de vida, bien sea psicológica o fisiológica son las principales causas de la
variación de tonalidad.
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