La dirigencia argentina no sabido o no ha
querido, a lo largo de nuestra historia, re unirse y sellar definitivamente una
diferencia que nos autodestruye sistemática y cíclicamente
La Grieta argentina, que tanto se promueve desde
el poder partidista – política hacemos todos, todos los días – no es nueva: desde nuestros orígenes siempre hubo 2 países
en pugna. Hoy, esa dicotomía es usada por dos minorías que “dicen ubicarse en los extremos del llamado ‘arco ideológico’” aunque, en
realidad, son
similares en los objetivos y se diferencian en lo metodológico. El costo,
como siempre, lo
sigue pagando el Pueblo… que no despierta de
su longevo letargo
infantil/adolescente.
Omar Lillardo Alonso *
Todos los análisis parecieran ignorar nuestra historia:
hacen foco
en los ‘intereses’ particulares y/o grupales, en ningún momento ponen en foco el Interés
General. Si lo hicieran, dejarían de ‘ser parciales’ y ‘perderían’
algún ‘beneficio’
o ‘prebenda’.
Vale recordar que todavía tiene una fortaleza incalculable el Órgano más
Sensible de los argentinos: el Bolsillo. Aunque alguna vez deberemos
comenzar a pensar en el conjunto y no en forma individual porque
también sabemos,
por experiencia cercana y no del mejor tipo, que lo individual tiene el tiempo
contado, no es sustentable a largo plazo si al conjunto le va mal o
muy mal.
Así las cosas, cualquier intento de cambio real y concreto
que nos involucre a todas y todos, deberá ser abortado - de la mejor manera
posible - para no modificar el actual status quo. También sabemos esto.
¿Qué debe pasar para que el Pueblo exija
lo que tanto esfuerzo, dolor y vidas nos ha costado?
Son muchas las oportunidades en que una mirada externa a la
nuestra nos obliga a reconocer la realidad.
En una reciente entrevista, en la que le preguntaron qué
pensaba de la política argentina, Joaquín Sabina opinó: “Todos
mis amigos han sido muy K. Yo no tanto. Creo que el gobierno de Néstor hizo
cosas que estuvieron muy bien, pero al final y con Cristina dividieron al país
de modo tal de ‘Estás conmigo o contra mí’. No me gusta”.
No es la primera vez que ‘aparece’ el unicato,
con sus consecuencias
nocivas y violentas, en la cotidianeidad argentina. Es más, si observamos
atentamente las acciones y dichos del actual gobierno, nos encontraremos con
que se repite el ‘modelo’, supuestamente en el extremo opuesto, con su
consecuente ‘Relato’, su visión ‘épica’ y su sesgo autoritario.
Seguramente habrá quienes denuesten esta reflexión anterior. Ni siquiera
van a ver ni escuchar a
quien/quienes señale/n hechos concretos, mentiras aviesas en los mensajes – algunos de ellos demasiado optimistas y mayoritariamente
utópicos… si no se considera como más de lo mismo es porque seguimos durmiendo la eterna siesta de los infantes,
lo cual nos
impide reaccionar a tiempo en paz, sin violencia y en el marco de la
constitución - hay que modificar muchas leyes que sólo favorecen a
unos pocos, que también son siempre los mismos, aunque utilicen, sistemáticamente,
la táctica del camaleón – y de un Pacto Social concreto,
que nos
contemple como Pueblo, como Nación y como País.
Sin esa participación popular, similar a la que pedía ‘que se
vayan todos’… y luego se quedaron todos, donde debemos pedir que ‘se hagan cargo de todo
el desbarajuste’ que han sabido conseguir, con nuestra más sincera y plácida
complacencia, motivo por el cual debemos realmente participar
y exigir que
se cumpla la palabra empeñada y que no atornillen a cargos ‘prestados’ por un
plazo perentorio.
Si esto no ocurre, nunca veremos la película: solo deberemos
contentarnos con mirar las fotos, cíclicas, que nos quieren mostrar. Sabemos que la
Corrupción Mata. Está triste y largamente probado. Sin embargo, la Justicia
sigue Ciega, Sorda y Muda. Quizá este aspecto, ya devenido en enorme
Hartazgo, sea el que finalmente impulse las acciones populares hacia definiciones y
soluciones concretas que indiquen el comienzo de una Nueva y Verdadera
República Argentina.
Omar Lillardo Alonso
Comunicador Social, Escritor
Autor del libro digital de poemas
VIVENCIAS