Cuando suenan tambores en una
movilización estamos transitando el camino inverso al de la Evolución Colectiva…
es mucho más contundente el silencio al marchar por causas populares
El Derecho Inalienable* de reclamar, solicitar o exigir no está en
discusión. Pero sí lo está el vetusto sistema que impide avanzar hacia una
República en serio, respetable y digna. Los políticos, gremialistas, empresarios, profesionales
(en especial del Derecho) y la población, en general, por acción, desidia u
omisión somos responsables de no haber puesto en marcha políticas públicas que
se respeten y no se modifiquen - como viene ocurriendo a gusto y desquicio de los
gobiernos de turno -. Por eso seguimos viendo la misma foto y la
misma película en cada marcha… y también personajes impresentables que deberían
haber sido ya condenados por la Justicia - porque ya lo están por la Comunidad
- cuyo único logro es oscurecer y devaluar las legítimas voces del Pueblo.
Esta última
expresión define claramente la acción que dichos personajes realizan: tratar de
imponer el concepto de que todos somos sucios y corruptos como ellos.
Y no es así
Debemos transitar el camino, una vez
más, del aprendizaje colectivo de cómo debemos relacionarnos y tratarnos a
pesar del dolor, la sangre y los sacrificios realizados porque, esos
impresentables, se han ocupado de ensuciar y devaluar todo lo que han tocado y
tocan. Pero esto solo fue y es posible con la anuencia
mayoritaria del Pueblo, que acompañó con beneplácito todas las
acciones aun sabiendo que no eran ni son las correctas, anteponiendo los pequeños o
grandes privilegios
individuales o grupales que
obtuvieron, a
pesar de saber y tener claro que no se trata de un sistema sustentable en el
tiempo.
Este último concepto
debería ser más y mejor comunicado y aprehendido para evitar lo que hoy pasa. El hartazgo
popular llega de la mano de las exageradas exigencias, hacia quienes aportamos
toda la Vida, para poder mantener una pléyade de parásitos que, incentivados
desde el poder público, creen tener derecho a exigir lo que les venga a la
mente.
Mientras tanto, los
profesionales de la Educación, la Salud, la Seguridad y la Justicia deben
soportar una carga ya imposible de llevar. La mediocridad de la dirigencia, en
general, ha contribuido a que esto se concretara - salvo en el primer gobierno
desde la recuperación de la Democracia -, ya que, aunque los discursos se
aprecien virtuosos, expresan exactamente lo contrario. La realidad, percibida en los hechos
cotidianos, destruye la sanata, el piripipí y cualquier otro supuesto invento
de relato oficial.
A modo de aporte, debemos
reclamar y exigir la recuperación y el correcto funcionamiento de las
Instituciones. Si así ocurriera no haría falta apelar al Derecho de
Huelga y/o Movilización para buscar la solución que los gobiernos se resisten a
aplicar. Seria o estaríamos en presencia de un Sistema que respete Leyes y Normas y las
aplique de manera ecuánime: gobierne quien gobierne.
La pregunta es ¿somos
conscientes de la imperiosa necesidad de que esto suceda, para beneficio de
todos?
Ha de llegar el
momento en que nos demos cuenta que Votar no es Participar, que el compromiso
como Ciudadanos es permanente para que la Republica, la Nación y el País estén
al Servicio de Todas las Personas y no de algunas.
Como siempre, al pie
de este artículo de opinión agrego una definición, para evitar confusiones
¿vio?
Inalienable
Este término proviene de un vocablo latino que hace
referencia a algo
que no se puede enajenar (es
decir, cuyo dominio no se puede pasar o transmitir de un individuo a otro). Lo
inalienable, por lo tanto, no puede venderse o cederse de manera legal.
Los
derechos inalienables son aquellos considerados como fundamentales, los cuales
no pueden ser legítimamente negados a una persona. Ningún gobierno o autoridad tiene
competencia para negarlos, ya que forman parte de la esencia de la persona.
Los derechos
humanos son derechos inalienables.
Este
tipo de derechos, por otra parte, son irrenunciables. Ningún sujeto puede
desprenderse de ellos, ni siquiera por propia voluntad. Por ejemplo: no existe
la esclavitud voluntaria. Una persona no puede renunciar a su libertad y
someterse de forma voluntaria a los mandatos de otro ser humano.
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