“UN GESTITO DE IDEA”, frase de Carlitos Balá

Si algunos de los antepasados, de muchos de los protagonistas de los 129 días del conflicto gobierno - campo , hubiera podido presenciar el violento cruce de palabras e información que circularon, hubiera pedido por favor que lo dejarán en paz. Esto es comprensible, no por custionamiento o rechazo a las conductas sino por la asimilación de la cantidad y su posibilidad de decodificación.

En la primera mitad del siglo pasado una persona recibía, en un año, la misma cantidad de información que hoy nos invade en un día o tal vez menos, habida cuenta del aumento en velocidad de transmisión como así también en la multiplicidad de medios y la repetición.

Con semejante bombardeo, es bueno estar informados pero en su justa medida, ademas del tono y gestualidad violenta que fueron utilizados, ¡cualquier persona se harta!

Ahora bien, ¿habremos aprendido una nueva lección? ó ¿volveremos a cometer, como sociedad, el mismo error esponja de siempre?

Es decir, no visualizar ni internalizar lo que pasó como una pelea ente dos bandos polifacéticos, con la mayoría del Pueblo como espectadores, es no querer ver la realidad sino seguir cayendo en la trampa de tener que optar por lo menos malo y no cambiar nada de lo mucho que afecta nuestras vidas cotidianas, ahora y siempre y que debemos interrumpir para que no  sea por los siglos de los siglos (amén).

Estrictamente desde la óptica de la comunicaicón y al margen de haber presenciado el uso  de modelos perimidos (utilizados en épocas de guerra del siglo pasado), queda claro, una vez más, que los gestos son más potentes que las palabras y que éstas forman parte del mundo virtual, manipulado por los seres humanos que lo crearon pensando en el beneficio colectivo. Este aspecto, el simbólico, es el que debería diferenciarnos del resto de los animales, ya que debería indicar que somos racionales. Unido esto al ámbito metafísico, sobrenatural o espiritual (como cada persona quiera o le guste ubicarse), debería ser superador.

Pero he aquí la excepción que confirma las reglas, en este caso las naturales.

Los seres humanos nos regodeamos haciendo lo contrario a aquello que, sabemos, debemos hacer y, en especial los argentinos, adicionando nuestra consabida cuota de pura cepa nacional, impulsada por nuestra irrefrenable necesidad de hacernos notar de cualquier manera, pero no por nuestra capacidad (individual y colectiva, reconocida por el resto del mundo cuando no estamos subidos a nuestra proverbial soberbia), sino por comportamientos absurdos, facilistas y cortoplacista (duran menos que una flatulencia, ¿vio?).

Tenemos las herramientas, el capital humano y la capacidad para alcanzar objetivos.

Sin excluir a nadie.

Sin apelar a estrategias violentas, sino todo lo contrario (recordemos a Ghandi).

Usando como táctica el respeto y el diálogo.

Todavía es posible generar un proceso que nos comunique y nos potencie.

Claro, para eso es necesario que cada persona comience a realizar su aporte, por mínimo que crea que sea es importante, para sumarlo al conjunto pensando siemrpe en la premisa que convierte al éxito en un logro de todos.

Sería el mejor gesto que nos podríamos brindar.

Omar