¿Cuál es el objetivo que realmente persiguen?
¿Cuál es la actitud que debemos tener como ciudadanos?
¿Cuál es el límite de permisividad de la gente y cuál es el costo máximo que la sociedad está dispuesta a tolerar?
‘Los líderes que obtengan el mayor apoyo en el futuro aumentarán su capacidad de expresión emocional, ingrediente clave del propósito, persuasión e inspiración’
Jay Conger, Profesor de la Facultad de Negocios de Harvard
El análisis de los mensajes nos permite conocer, con bastante aproximación y bajo margen de error, cuales son las intenciones de quienes están ocupando cargos y de quienes se proponen a reemplazarlos.
Según Wikipedia, la enciclopedia libre que puede consultarse en la web, el análisis del discurso (o Estudios del discurso) es una transdisciplina de las ciencias humanas y sociales que estudia sistemáticamente el discurso escrito y hablado como una forma del uso de la lengua, como evento de comunicación y como interacción, en sus contextos cognitivos, sociales, políticos, históricos y culturales. Las estructuras y estrategias de los discursos escritos o hablados, en varios niveles: sonidos y estructuras visuales y multimedia
Van Dijk (l992) sugiere que en todos los niveles del discurso podemos encontrar "huellas del contexto".
Inspirada por las complejidades del "aprendizaje humano" y/o "la adquisición del conocimiento" (Audi, l998), en el inicio de los 70 surge una corriente de investigación en el estudio o rol que desempeñan los "procesos mentales" (atención, memoria, percepción, concentración, solución de problemas, etc.) en el proceso de comprensión de "textos" y en un marco que posteriormente conocemos como "ciencia cognitiva".
El Análisis crítico del discurso (ACD) lo hace desde una perspectiva social, política y crítica, enfocando sobre la manera que el discurso se usa y abusa para establecer, legitimar o ejercer - y resistir - el poder y la dominación.
Este marco teórico nos permite señalar algunos aspectos generales que son usados, con excesivo abuso en muchos casos, con una ligeresa tremenda que arroja resultados que luego “nos sorprende” cuando, en realidad, no escuchamos ni quisimos o no supimos comprender que nos estaban diciendo.
Usar muletillas y repetirlas suele dar resultados positivos para quien las emite, pero se vuelven en contra de quienes o quienes las emiten - como tantas otras expresiones intencionadas - cuando no se llevan a la realidad o no se cumple con el compromiso asumido. Cierto es que aún no hemos encontrado un mecanismo efectivo, más allá del descrédito personal y social, para exigir su cumplimiento.
Ejemplos sobran y ustedes van a recordarlas rápidamente:
“No los voy a defraudar” (Carlos Menem)
“Voy a ser el maestro; voy a ser el policía; voy a ser quien controle y haga funcionar la justicia” (Fernando De la Rua)
“Vamos a fortalecer las instituciones” (Cristina Fernández de Kirchner)
Otro de los recursos que se usan con absoluta mala fe es la mentira - Miente, miente, que algo quedará, Goebel, jerarca nazi -, y también se utiliza la mentira, con mucha frecuencia, para “presentar” una realidad que no es tal y que necesitan o se vea para continuar detentando el poder.
Pero hay un elemento que no suele “verse” cuando alguien emite un discurso: la autenticidad.
Es solo cuestión de proponerse observar con atención y ver si realmente los gestos coinciden con lo que la Persona está diciendo o es solo una puesta en escena. Atención: la reiteración de esa actuación puede llevarnos a confusiones, pero es notoria la diferencia entre las expresiones sinceras y las que no lo son, por más que hayan sido estudiadas y practicadas.
Entonces, si prestamos atención, usamos la memoria, encendemos nuestra percepción y nos esforzamos en la concentración, difícilmente puedan engañarnos y, si lo hacen, siempre nos va a quedar una sombra de duda que podemos analizar luego de ver y escuchar a quien emite un discurso, con la calma necesaria para no cometer el error de estigmatizar y descartar todos o la gran mayoría de los discursos.
Se trata solo de un pequeño apéndice que nos va a permitir obtener un panorama aproximado para evaluar cada oportunidad que tenemos, escuchando en forma activa y analizando en forma proactiva, buscando aspectos positivos y negativos para poder realizar un balance y formarnos una opnión responsable.
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