Los mensajes que saturan los medios de comunicación muestran
una situación absolutamente distinta a la que nos rodea de manera cotidiana y
conllevan, mayoritariamente, una carga de violencia oral, gestual y sicológica
muy fuerte ¿Cómo nos afecta, personal, laboral y colectivamente? ¿Cuál es la
manera de contrarrestar esos embates sin caer en la misma práctica?
Por Omar Lillardo Alonso (*)
La consecuencia directa de esa andanada de datos
incoherentes, quiméricos y totalmente alejados de las necesidades mínimas
concretas de la gente:
Intolerancia en las relaciones sociales en general, tales
como acciones individuales exacerbadas a la hora de conducir un vehículo,
maltrato o destrato en la atención personal o al cliente, desaprensión con
respecto al otro / los demás… y así podría seguir citando actitudes personales
y/o grupales que se observan día a día en cualquier ciudad que integra el
conglomerado del sureste santafesino y el noreste bonaerense.
A ese brevísimo detalle se suma la inestabilidad y la
incertidumbre (llevada a extremos intensos y peligrosos, ya que incertidumbre
hay siempre en todos los órdenes) en materia económica y socio – política, con
anuncios de medidas ya conocidas y absolutamente ineficientes en el curso de
nuestra historia, las cuales pronostican situaciones más complejas y
conflictivas.
La creciente dificultad de los trabajadores para llegar a
fin de mes y poder cubrir las necesidades mínimas de una familia, además de
soportar, desde hace años, el embate fiscal de mayor impacto de las últimas
décadas sobre los salarios.
¿Cuál es la manera de contrarrestar esos
embates sin caer en la misma práctica?
Respuesta muy delicada y de difícil aplicación cuando está
en juego la Vida de las Personas, aunque aun haya quienes no vean o no quieran
ver que lo que está ocurriendo ya pasó, no sólo una vez, con desenlaces
destructivos que requieren de muchos años para recomponer el entramado social
que, hoy como hace poco más de diez años, está muy cerca de la anarquía.
También se escucha la voz de los empresarios (por lo bajo,
hasta ahora), sobre cómo impacta en la vida laboral de las empresas, con un
creciente desinterés por cubrir horas extras y hasta para cumplir adecuadamente
con la tarea cotidiana porque la mente de las Personas está pre y ocupada por
su familia.
La mejor manera de contrarrestar estos embates, que esconden
oscuros intereses personales y sectoriales como ya ocurrió en nuestro País, es
mantener esos valores que todos reclamamos y oímos reclamar, recuperando la
capacidad de reacción ciudadana pacífica - como se pudo observar en el segundo
semestre del año pasado -, abandonando el miedo que arteramente promueven al
amparo del Poder, para poder pensar y reorganizar una sociedad como la que ya
tuvimos, donde lo esencial es la Vida individual y colectiva.
De otra manera, seguiremos perdiendo seres muy importantes,
en especial a nuestros jóvenes, y no podremos mirar a los ojos a nuestros hijos
o nietos, porque no fuimos capaces de defender a tiempo todo aquello que
decimos amar.
(*) Comunicador Social, Escritor
Director Asociado de Grupo Co.S.M.O. Consultoría y
Capacitación de Empresas
Estrategia & Negocios, Portal Empresarial www.estrategiaynegocios.com.ar