Es muy habitual escuchar todo tipo de incoherencias verbales y conceptuales, especialmente de quienes tienen algún grado de responsabilidad y cuyas decisiones devienen en acciones concretas que afectan la vida de las Personas, ya sea de un pueblo, una institución, una ciudad, una provincia o un país.
En esas circunstancias apelan a cualquier barbaridad sin argumento con tal de defender lo indefendible. De esta manera se daña notoriamente no solo la comunicación institucional sino también el entramado social ya que esta forma y con este tipo de actitudes, parece estar habilitada la posibilidad de que cualquier mortal pueda decir y hacer cualquier cosa, sin importar el daño que pueda causar.
¿Cómo se puede saber o, al menos, tener una mínima posibilidad de saber cuándo nos mienten, lo cual conlleva esos dichos al borde del delito, con premeditación y alevosía en su accionar verbal?
El estudio de la Comunicación, a nivel mundial, avanza mucho más rápido que las utópicas pretensiones de quienes esgrimen este tipo de mensajes, porque lo son y persiguen un fin determinado que, generalmente, está asociado con intereses personales y/o sectoriales.
¿Por qué utópicas y malintencionadas?
Porque aún sabiendo los efectos que causarán, emiten sus mensajes con el fervor de los mejores oradores de la historia, cosa que está muy lejos siquiera de parecerse aún cuando, en ocasiones, copian fragmentos de los cuales, si les preguntan, evaden la respuesta con la misma facilidad con la que la mayoría de los mortales caminamos de manera instintiva. Diría que lo hacen habiendo practicado, mentalmente, todo tipo de autodefensa.
Elementos a tener en cuenta
Cuando escuchamos a una Persona y no entendemos algunos o la mayoría de sus frases y párrafos, tomémonos un tiempo, el que podamos dentro de nuestra ajetreada vida actual, para tratar de encontrar un mínimo de cordura a lo que escuchamos, miramos o leemos.
También prestemos atención de quién es la Persona que emite esos mensajes, el tono, el énfasis puesto en determinadas frases o palabras.
El solo hecho de la emisión de agravios, aunque solo sea uno, contra otra Persona, automáticamente desacredita esos dichos.
Además, tratemos de buscar en los días que siguen, una mínima comprobación de que ese mensaje o mensajes se cumplen al menos en parte. De otra manera podemos descartar esos dichos y, en caso de que se reiteren, descartar la credibilidad de esa Persona.
Sin duda, las acciones que podemos tomar son varias y muchas más que las mencionadas hasta aquí, esgrimidas solamente a modo de resumen.
Por favor, déjenme compartir con ustedes una de las herramientas utilizadas en los últimos tiempos en materia de Comunicación, especialmente aplicada en aquellas empresas que, aún sin ser especialistas en la materia, vemos y apreciamos como eficaces y eficientes.
7 C de Comunicación
• 1. CREDIBILIDAD
Para lograr la credibilidad es fundamental involucrar a las personas en el proceso. De ahí que sea necesario lograr la amplia participación de las Personas y no pretender la mera aprobación.
• 2. CONTEXTO
Para que el mensaje se adapte a las realidades del entorno tiene que existir un diálogo abierto.
• 3. CONTENIDO
Para que tenga un significado para los públicos, además de los posibles beneficios, deberán expresar los valores esenciales, aquellos que representan la forma de pensar y sentir de la sociedad.
• 4. CLARIDAD
Por supuesto que lo más importante es que tanto se redacten con un lenguaje sencillo, claro, preciso. Con los mismos códigos de los interlocutores.
• 5. CONTINUIDAD Y CONSISTENCIA
No basta con estudiar la frecuencia de repetición del mensaje, sino que se hace necesaria una plena coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
• 6. CANALES DE COMUNICACIÓN
Mantener un diálogo permanente. Esto se pone de manifiesto en la manera de conducir las reuniones, de realizar las asambleas, de escuchar los criterios, de hacer circular la información, de aceptar iniciativas.
Dar respuestas oportunas a las necesidades, de atender quejas y reclamos.
• 7. CAPACIDAD DEL AUDITORIO
Este aspecto se tiene en cuenta desde la propia concepción de la elaboración, porque más que un auditorio paciente al que se le presenta una concepción elaborada por otros, ellos han sido partícipes de su formulación.
Una vez más, como un cada oportunidad en que les acerco una reflexión sobre Comunicación, la presente tiene un solo objetivo: conformar, entre todos, un público exigente en su justa medida y también preocupado y ocupado por los temas que inciden en nuestra vida cotidiana.
Es decir, comenzar a transitar el camino de la responsabilidad ciudadana, donde no sólo tienen valor los derechos sino también las obligaciones. Si asumimos esta responsabilidad de manera equilibrada podremos entonces celebrar que hemos dado un paso importante hacia la tan ansiada libertad, tanto individual cuanto colectiva, lo cual nos permitirá exhibir un logro común: una vida digna.
Como siempre, espero comentarios.
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