Sabías...

A modo de bienvenida les dejo el significado de mi nombre y los invito a sumarse con sus textos, cuadros, música y cualquier creación que nos permita enriquecer el alma


Omar


Nombre Masculino de origen Árabe: Que tiene larga vida.

Caracteristicas : Es racional, estable y usa su sentido común para resolver todas las situaciones

que se le presentan. Es generoso y amable con los demás.

Amor : Es leal y detallista con su pareja cuando quiere de verdad.

jueves, 5 de mayo de 2011

Actitudes goebbelianas


Analizar los discursos actuales en nuestro País, sin caer en extremos apocalípticos ni ingenuos, aparece como una tarea difícil y proclive a ser tomada casi como un hecho subversivo, aunque solo se trate de una opinión. Sin embargo, es mucho más útil, responsable y solidario señalar, con fundamentos, aspectos que atentan directamente contra el interés colectivo e individual.


Joseph Goebbels fue el Ministro de Educación Popular y Propaganda, y fue el gran arquitecto en el manejo del discurso nazi durante el gobierno de Adolf Hitler.

Goebbels, con mano de hierro, condujo todo el aparato mediático estatal no permitiendo voces disidentes y efectuó un mensaje único que fue transmitido hasta el cansancio por los medios de entonces, como lo eran el cine, la radio, el teatro, la literatura y la prensa.

A través del manejo que tuvo de todo el aparato propagandístico estatal, Goebbels supo crear una estigmatización de los “enemigos” del nazismo en la mente de la sociedad alemana, fomentando el odio hacia los “diferentes” como una de sus armas centrales, mintiendo y convenciendo sin ninguna clase de pudor sobre cosas muy alejadas de la realidad. Son famosos sus principios de propaganda, que basaron prácticamente a la propaganda moderna, que constaba de 11 fundamentos

¿Por qué es que hablamos del ministro de Propaganda nazi para introducir una visión de la Argentina de hoy?
La respuesta es muy sencilla porque quienes “dirigen” el País - especial e intencionadamente desde el gobierno nacional, como así también, en menor medida, en distintas provincias y regiones -, en su afán de buscar desesperadamente la unificación de un discurso a su favor, no ahorran esfuerzos en utilizar las viejas estrategias propagandísticas del régimen más asesino de la historia mundial, que pueden llegar a dar un resultado en lo inmediato, pero que a la larga no harán más que perjudicar al actual gobierno y al Pueblo en su conjunto.

En lugar de agregar palabras, que pueden confundir esta intención de echar luz sobre un tema tan delicado, es mucho más sano recordar cuales eran los principios utilizados por Goebbels y pensar individualmente para formar una opinión propia que, luego y para poder enfrentar el enorme peligro de perder las libertades, compartirlo y consensuarlo con el resto de la sociedad.

Principio de simplificación y del enemigo único
Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

Principio del método de contagio
Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

Principio de la transposición
Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. «Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan».

Principio de la exageración y desfiguración
Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

Principio de la vulgarización
Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

Principio de orquestación
La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».

Principio de renovación
Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

Principio de la verosimilitud
Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.

Principio de la silenciación
Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

Principio de la transfusión
Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

Principio de la unanimidad
Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.

En la época del nazismo, Goebbels impulsó estos “11 principios de la propaganda” nazi que incluía, entre otros, reunir a diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Además, no hablar de las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario y el peligroso “si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.

En estos momentos, puede verse que el kirchnerismo, al no tener argumentos para defender sus más preciados temas e iniciativas, incurre en catalogar al enemigo político en un sólo individuo, como lo es el avance de la derecha en la Argentina lo que representaría una vuelta a los ’90.

La intención, reitero, es poner en foco los mensajes que se emiten a diario desde el oficialismo y que inciden negativamente en nuestras vidas. Cada Persona forma su opinión libremente y quizás esté de acuerdo con estas prácticas, pero no sería la primera vez que el lamento por las pérdidas irreparables aparezca demasiado tarde y ante hechos consumados.

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