Sabías...

A modo de bienvenida les dejo el significado de mi nombre y los invito a sumarse con sus textos, cuadros, música y cualquier creación que nos permita enriquecer el alma


Omar


Nombre Masculino de origen Árabe: Que tiene larga vida.

Caracteristicas : Es racional, estable y usa su sentido común para resolver todas las situaciones

que se le presentan. Es generoso y amable con los demás.

Amor : Es leal y detallista con su pareja cuando quiere de verdad.

viernes, 16 de diciembre de 2011

La hora del Sincericidio


Es común oír a muchas personas comentar sobre distintos aspectos de la vida cotidiana, en especial aquellos que son protagonizados por Personas públicas, en cualquier actividad sea esta pública o privada, pero como un secreto a voces que, luego que dejan sus cargos o por algún hecho fuera de lo habitual, se transforma en un estigma. Esto pasa a nuestro alrededor, aunque no lo queramos reconocer o porque siempre, en general, se observa con más atención lo que ocurre en la ciudad donde “atiende” Dios.

"Sincericidio" es decir algo que es verdad pero “dañará” a otros. La palabra no figura en el diccionario, pero cualquier argentino que siga los avatares políticos del país conoce no sólo su significado, lo que denota y lo que connota. Habrá quienes hasta recuerden a quién la instaló para siempre en el vocabulario público nacional.

Casi ningún político argentino ha dejado de incurrir en este sinónimo político del psicoanalítico "acto fallido". Los críticos dirán que finalmente admitió lo que (con poco éxito, hay que decirlo) procuraba disimular: siente y cree que sabe más y le gusta demostrarlo. Sus seguidores la justificarán con el argumento de que sólo los anima su proverbial espíritu pedagógico. Soberbia se llama eso, dirán, frotándose las manos, los opinólogos de siempre.

Después de este encuadre en la formalidad de la palabra y desde la manera en que nos comunicamos, puedo avanzar en el intento de reflejar cómo nos vemos, como sociedad, aunque duela reconocerlo o no estemos dispuestos a hacerlo, ingresando entonces en la innumerable fila de quienes esperan su turno para cometer su Sincericidio.

No tiene hora, ni día, ni lugar, pero ese momento llega a la mayoría de las Personas que tratan de “tapar el sol con un dedo”, para decirlo de la manera menos cruel y real a la vez, contra ese escudo conformado por la tozudez de pretender “vivir” sin reconocernos tal como somos, con nuestros defectos y nuestras muchas virtudes, como Personas y como Pueblo, aunque parezca que las hemos olvidado, obnubilados por el peso cotidiano de una violencia de todo tipo que, hasta ahora, nos tiene adormilados como Comunidad.

Señalar esta violencia no significa justificarla, pero no tomar alguna acción que modifique la situación que nos agobia es, además de falta de coraje cívico, plebiscitar (Someter a plebiscito una ley o decisión pública) y avalar todo lo que pasa con nuestros actos aunque esa actitud nos lleve la vida misma, tanto la nuestra como la de nuestros seres más queridos.

Violencia es no solo la que deriva de hechos delictivos sino también de actos de gobiernos, de empresas u organismos privados; también lo es la alta conflictividad en el tránsito; la violencia doméstica; el robo sistemático de la esperanza de quienes confían en las promesas y se ven defraudados y estafados una y otra vez… sólo por citar algunos ejemplos.

¿Qué tiene que ver la violencia con el Sincericidio?
Para que esa realidad que nos asfixia y hace vanos nuestros esfuerzos que, en muchos miles de Personas, son casi titánicos, tenga sentido de ser necesita cómplices que justifiquen cualquier acto aunque en sí sea nocivo para quienes lo apoyan sin pensar en lo que hacen.

Es entonces cuando hace falta que intervenga el Sincericidio, con toda la “crueldad” que le sea posible, para que nos demos cuenta de lo que nos está pasando y ese ingreso aparece como revelador, nos duele, lacera nuestros sentidos para hacernos “comprender” que estábamos en el camino equivocado.

Llegar a esta instancia es posible sólo por nuestra apatía ciudadana, en la creencia - nos han hecho ingresar en esa pseudo Fe Colectiva - que con votar alcanza y que la participación es sólo para los malos y malas, cuando sólo basta con mirar en nuestro barrio los logros de una vecinal, sin sueldo y sin recursos, para darnos cuenta que aquella frase, casi evangélica, es un verso miserable para “hacernos entrar” en el negocio de algunos.

Como siempre, todo lo que pasa o deje de pasar depende de nosotros. No se trata de responder con violencia a esa violencia que nos degrada: hay muchos ejemplos cercanos en el tiempo que nos duelen aún y que nadie quiere repetir. Se trata de no permitir que nos sigan estafando y robando el futuro, incluso el de nuestros hijos y nietos. Para eso debemos recurrir a un orden cívico responsable, comprometido con los sueños que todos aún tenemos de un País en serio, basado en la Cultura del Trabajo y el Respeto de los unos y los otros.

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