Sabías...

A modo de bienvenida les dejo el significado de mi nombre y los invito a sumarse con sus textos, cuadros, música y cualquier creación que nos permita enriquecer el alma


Omar


Nombre Masculino de origen Árabe: Que tiene larga vida.

Caracteristicas : Es racional, estable y usa su sentido común para resolver todas las situaciones

que se le presentan. Es generoso y amable con los demás.

Amor : Es leal y detallista con su pareja cuando quiere de verdad.

martes, 29 de noviembre de 2011

Idóneo


Idóneo es un hombre alegre. Se levanta canturreando y entremezcla su entusiasmo con los rezos que le dicta su Fe, algo que cuida a su modo. La iglesia lo ve llegar en momentos muy notorios, casi se diría: son hitos, que el paso del tiempo lo ha llevado a definirse como  cristiano… cada vez menos católico.

A pesar de su alegría hay momentos, en sus días, que no parece ser él. Sus encierros personales son tan notables que le duran un par de lunas, aunque apenas se le note salvo quienes lo conocen. Por ser optimista nato, lo golpea ver sufrir a la gente. De allí sus mutismos prolongados, que suelen durar un par de lunas.

Las mismas que lo iluminan para improvisar sus versos cuando, desalmado, ve como cruza su horizonte el almita que lo desvela. Al no ser correspondido por esa joven mujer, de rasgos suaves y muy bellos ojos límpidos, dedica sus mejores acciones a ayudar en todo lo que puede desde su rol de bombero.

A pesar de estar desocupado, como tantos otros miles desde los noventa, el dinero no le hace perder la cabeza. Solo aspira a cubrir, con esfuerzo a sus 45, sus mínimas necesidades y algún gusto pequeño, muy cercano al requerimiento espiritual que lo anima: juntarse con los amigos, no son más de dos los íntimos, disfrutar  de un buen momento de viernes o sábado de charla y bromas, acompañadas con cerveza o vino hasta ahí: solo para compartir. El mate lo acompaña el resto de la semana.

Ese día Idóneo salió del taller, donde dejó el auto que maneja como remisero, para un chequeo de rutina. Con su caminar cansino, con aspecto de arrogante: las manos culminando la forma de asas de jarrón de sus brazos y su cabeza, levemente bamboleante, acompañando su gruesa y alta estructura ósea semejando un tapón.

Las vecinas comentaban, como siempre entre sonrisas, el andar de este grandote, para él airoso y para las vecinas semejante a un oso… ¡en plena exhibición!

Todo cambió de repente.
Dos niños de pocos años corrían tras la pelota. Uno de ellos, al patearla, la impulsó hacia la calle y hacia allí fueron los dos para alcanzarla y ganarle al compañero. No vieron ni escucharon al auto que se acercaba.
La reacción fue instantánea. Idóneo corrió como en los picados, su rapidez mental en la cancha era su mejor jugada. Saltó  hacia adelante, al mejor estilo rugbier, apresando al primero de los chicos mientras el otro caía sobre él.
El conductor, muy atento, había frenado a tiempo. Aún así y a pesar del esfuerzo de los dos, la cabeza de Ido golpeó contra el guardabarros, no muy fuerte pero sí lo suficiente para dejarlo aturdido por un momento.
El chirrido de las gomas, ante el frenazo tan brusco, hizo girar las cabezas y ahogar los gritos del susto.

Los vecinos ayudaron a Ido a incorporarse, todavía algo mareado. Las mujeres abrazaron a los chicos, temblorosos y enojados… ¡¡Nos pisaste la pelota!!

Eso hizo cambiar las caras y dibujar otras sonrisas. La madre de uno de ellos se acercó a Ido y lo besó en la mejilla. Era la misma que unos instantes antes había sonreído ante su paso. Brotaron los aplausos.

Poco a poco retornaron los colores al rostro del pobre Ido, más confundido ahora cuando, al levantar la cabeza, pudo ver aquellos ojos de sus desvelos mirándolo fijamente tras los vidrios de la ventana, con un brillo diferente, ampliado por las lágrimas y entremezclado con una tímida sonrisa.

Agradeció los saludos y se encaminó hacia ellos, con una esperanza súbita. Cincuenta metros después la puerta se abrió cuando su mano se dirigía al timbre.
¡Gracias!, dijo ella y para él fue el mayor premio, iluminando ese día.

Cuentan aún las vecinas que siempre las sorprendió ver el cambio de los dos, tan alejados por años, tan apegados después y tan solitario él luego de que ella partiera, después de mucho sufrir.

Solo una flor lo ayuda a sobrevivir, día tras día. Ido custodia el amor que tanto le costó alcanzar y nadie sabrá jamás que sólo una vez se amaron, porque allí entendió él porque ella lo rechazaba: su enfermedad le quitaba las fuerzas que ella juntaba con esfuerzo y con dolor. Fue amor sin ninguna duda, para sellar en sus vidas el eterno sentimiento de dos almas entregadas a una, sin reservas.
Sin embargo, no está solo y esa flor, concebida por los dos, conserva los rasgos suaves y los ojos límpidos, camina como los osos, siendo aún un cachorro, semejando a su padre. 

Ido camina más lento, casi arrastrando los pies y con bamboleos suaves, dejó muy atrás su bronca, desdibujada en el tiempo.  Hoy se lo ve canturreando canciones de amor y pena, mientras le brillan los ojos y se encienden sus mejillas por donde corren, felices y fugaces, las lágrimas de la vida.

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