Sabías...

A modo de bienvenida les dejo el significado de mi nombre y los invito a sumarse con sus textos, cuadros, música y cualquier creación que nos permita enriquecer el alma


Omar


Nombre Masculino de origen Árabe: Que tiene larga vida.

Caracteristicas : Es racional, estable y usa su sentido común para resolver todas las situaciones

que se le presentan. Es generoso y amable con los demás.

Amor : Es leal y detallista con su pareja cuando quiere de verdad.

miércoles, 20 de abril de 2011

La Educación como Mensaje de Crecimiento


Es interesante preguntarse ¿cómo crecer realmente en el tiempo, por sobre  buenos momentos económicos?
Y la respuesta es que es necesario una planificación estratégica, implementada mediante una política de desarrollo de las TIC´s, incluyendo además de productos y servicios (software, hardware, otros), el desarrollo del proceso de gestión del conocimiento, lo que también se conoce como conocimiento de segunda derivada o desarrollo del ancho de banda del conocimiento.

Siempre, desde la dirigencia o desde los “seudo dirigentes”, se insiste en mirar hacia afuera, reiterando el mensaje como si fuera el único medio que nos permita evolucionar como sociedad y extinguir, o disminuir al mínimo,  las asimetrías que nos aquejan sistemática e indefinidamente y que someten a millones de personas a vivir indignamente en el País que, aún hoy es y así seguirá siendo por sus cualidades naturales, “El Granero del Mundo”.

Es cierto que países como Finlandia e Irlanda del Norte, por citar algunos ejemplos, han sido nombradas en la literatura global como ejemplos de naciones que se han transformado en sociedades del conocimiento, apostando al desarrollo futuro desde ese sector y/o desde el desarrollo de la industria, lo que redunda en un gran aporte al crecimiento de sus economías, a nivel país.

Sin embargo, no mencionan que Argentina floreció y fue considerada y reconocida como Nación, en el conjunto de naciones del Mundo, cuando se propuso y llevó adelante la “educación del soberano”, lo cual derivó en la famosa muletilla ”M’hijo el doctor” y esa acción, es una apreciación personal, es la que molestó a las “familias patricias” que, aún hoy, dominan la escena del poder en nuestro País y no les interesa otra cosa que sus negocios. De otra manera díganme porque han sido las principales adjudicatarias de tantas “concesiones” realizadas.

Y esto es así porque no admiten, ni quieren permitir, que el conocimiento llegue a quienes más lo pueden desarrollar, dando a luz generaciones ignorantes en todos los aspectos, a pesar de reconocer que la inteligencia no se compra. Como decía un amigo de nuestra región “cuando muere una niña o un niño pobre, no sabemos si no ha muerto otro Milstein u otro Houssey u otra Madame Curie u otro Favaloro”.

Pero el tiempo es implacable y ese monstruo que han generado está cada vez más cerca de devorarlos, al igual a que a todos, a menos que comencemos de una vez y para siempre con los cambios estructurales que tengan como eje a las Personas y al desarrollo de un País y una Nación como lo merece el esfuerzo cotidiano de nuestra gente.

Es imprescindible ingresar en el mercado de la economía del conocimiento, dotando a todas las Personas de esa fuente del saber que nos permitirá, no solo a los argentinos sino al mundo en su conjunto, avanzar hacia una sociedad más equilibrada.

No es una utopía, no es una ilusión ni es un desvarío. Quienes no comprendan el enorme cambio que la misma Tierra está llevando adelante, es probable que mute hacia formas sociales que están muy alejadas de poder llamarse racionales como, supuestamente hasta ahora, somos los Animales de la Raza Humana.

Hay formas de lograrlo, pero para eso es necesario que todos avancemos en la misma dirección de pensamiento, lo cual no significa caer en el “pensamiento único” sino que estamos obligados a generar el espacio y el contexto de respeto mutuo que nos permitan disentir en la búsqueda de consensos y lograrlos. Nadie tiene ni tendrá la suma del conocimiento ni el patrimonio de la verdad única.

Solo tenemos que proponérnoslo y ser consecuentes con nuestro pensamiento.
¿Estamos dispuestos a pensar no solo en nosotros, sino también en nuestros hijos y nietos?

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